Dinorah J. Reyes Bravo
En los últimos años en mi bregar entre los compañeros de Educación
Especial del estado, me he percatado de inconvenientes en el proceso de
intervención. Ciertamente se han dado orientaciones poco precisas y en
ocasiones hasta incongruentes con esta parte tan importante de nuestro trabajo.
Es incuestionable que el punto de partida de la intervención lo
constituye la evaluación, la que permite la adecuada determinación de
necesidades educativas especiales del escolar. De ahí que se decidan los apoyos
educativos que precisa para su apropiado desarrollo en el ámbito educativo.
El punto está en los debates que han dado lugar el modelo que se pone en
práctica en la Educación Especial. Desafortunadamente se sataniza todo lo
concerniente al modelo clínico pues se considera no “sirve” en el ámbito
psicopedagógico o educativo. Negamos la dialéctica, la historia de la humanidad
empezaría de cero cada cierto tiempo y no ha sido así, se ha tomado lo positivo
de lo anterior y se trabaja en lo novedoso, en lo que puede mejorar el
desarrollo social. De lo contrario nos estaríamos negando eternamente. No servirían
de nada las aportaciones de Comenius, Pestalozzi, Montessori, Dewey, tan sólo
por mencionar algunos de ellos.
Lo cierto es que la atención directa a los escolares en gabinete ha sido
una de las vías de intervención, en dependencia de las necesidades del escolar.
Pero…es posible que el especialista en Educación Especial pueda atender dentro
del grupo escolar las necesidades del menor con el docente impartiendo clases?
Cuál sería el verdadero papel de este especialista dentro del grupo escolar?
Realmente las necesidades especiales del escolar se atienden dentro del
grupo, contemplando que las mismas se centran en el currículo escolar, por lo
que se infiere que es el maestro el responsable de esta atención, entonces…? Están
nuestros docentes preparados realmente para asumir la plena satisfacción de
estas necesidades educativas especiales en esos escolares? Dentro de los apoyos
y las ayudas extras, además de las didácticas no se contemplaría la atención
psicopedagógica? No estaremos negando el rol y la importancia del especialista
en esta área?
Algunas
consideraciones sobre la intervención.
Este proceso se ha caracterizado en los
últimos años por minimizar la intervención directa, vista desde el modelo
clínico como de tipo terapéutico, sobre los alumnos y tratando de centrarse en potenciar
la ayuda a maestros y padres para que actúen convenientemente con los alumnos o
sus hijos. Esto apunta hacia la necesidad de la orientación de los diversos
actores educativos para lograr resultados favorables en estos escolares.
Los métodos tradicionales tampoco
contemplaban el servicio indirecto como respuesta a las necesidades de estos
alumnos, lo que devino en considerar la poca eficiencia de los mismos y proponer
nuevas formas de atención, específicamente la atención por vía indirecta la que
distingue el asesoramiento y la formación a docentes y padres como actores
educativos principales. Dentro de las acciones a llevar a cabo en tal sentido
estarían cursos de capacitación a docentes, entrenamientos, las escuelas de
padres y la orientación sistemática atendiendo a sus necesidades que
contribuyan en la mejor atención al menor.
La atención se ha planteado también centrándola
a nivel de centro escolar como unidad de apoyo, si tenemos en cuenta que es un
componente facilitador de condiciones que impulsen el desarrollo personal y
profesional a nivel de grupos, institución y de la misma comunidad, esto ya
planteado por Escudero y Moreno en 1992.
Resulta importante comentar que el
concepto de apoyo educativo ha evolucionado atendiendo a contenidos,
procesos y hacia quiénes van destinados los mismos. Esto ha traído como
consecuencia cambios de planteamientos y políticas educativas en materia de
necesidades especiales, lo que incluye diseño curricular y provisión de
recursos, ubicando las modalidades de atención en un “continuo desarrollo” y
acercándolas al contexto escolar ordinario.
El apoyo educativo comprende
el conjunto de procesos de carácter sistemático y continuo, a través de los
cuales, personas, grupos o instituciones interaccionan y satisfacen necesidades
profesionales orientadas a mejorar las condiciones de aprendizaje de los
alumnos y las condiciones organizativas de los centros escolares con la intención
de optimizar la calidad de las experiencias educativas de los alumnos y
alcanzar de forma competente los propósitos educativos.
Constantemente debemos poner la mirada al eje del trabajo, la atención a
las NECESIDADES
EDUCATIVAS ESPECIALES, su adecuada determinación para la satisfacción
de las mismas.
La estructura práctica del apoyo educativo apunta que en cada situación
o contexto de apoyo, diferentes personas o grupos se adjudican distintas funciones
o actividades en un momento dado, siguiendo determinados modelos de
comunicación que permiten saber quién hace, qué y cómo. Así, en cada situación
y momento particulares podemos encontrarnos con que ciertas funciones y
actividades serán más apropiadas que otras, con que algunas pueden ser
desempeñadas mejor y más eficazmente por unos actores que por otros, y que
diferentes combinaciones de agentes internos y externos serán más adecuadas que
otras, a lo largo de todo el proceso de apoyo.
La intervención responde a la
concepción tradicional del apoyo educativo de intervención lineal y directa
sobre los alumnos en torno a sus necesidades educativas. Aquí se incluyen, de
un lado, el conjunto de actuaciones por parte de actores y servicios
especializados que desde modelos, habitualmente psicológicos y clínico médicos,
proporcionan una atención personalizada de tratamiento o refuerzo, median sobre
los sujetos con fines terapéuticos, rehabilitadores, reeducativos o adaptativos
y en torno a las necesidades específicas diferenciadas; de otro, la tutoría y
orientación educativa (personal, escolar, vocacional) de los alumnos a lo largo
de su progreso en el sistema educativo y respecto a su tránsito a la vida
activa.
Este tipo de actuación se entiende de
forma tanto general (respuesta que ofrecen los docentes con los medios usuales
a su alcance) como específica (respuesta por parte de otros agentes con
recursos especializados, por ejemplo, desde equipos psicopedagógicos y
departamentos o especialistas encargados de la orientación)
Por lo general toda intervención
directa sigue un proceso que avanza a través de las siguientes etapas:
a)
Aplicación de procedimientos y técnicas de diagnóstico
y valoración de las necesidades educativas, con la finalidad de identificarlas
y tomar decisiones respecto a modificaciones de condiciones de educación.
b)
Planificación, diseño o programación de la
intervención o tratamiento.
c)
Desarrollo, puesta en práctica o ejecución del
programa y seguimiento del proceso.
d)
Reevaluación, con la finalidad de determinar el grado
de consolidación y generalización de los objetivos propuestos y tomar
decisiones en relación al programa y al proceso.
La característica básica de la intervención directa es que las actividades parten de los especialistas (en ellos recae la responsabilidad) que actúan sobre los alumnos con NEE, con la finalidad de posibilitar o favorecer la optimización de sus potencialidades de desarrollo y la normalización de las condiciones de crecimiento.
La eficacia
de la intervención tiene que ver más directamente con:
“procesos” que repercuten en los valores y las relaciones que se practican en el centro escolar.
la claridad, consenso y compromiso en torno a metas;
la existencia de normas colectivas que guían la acción docente individual;
la existencia de espacios, tiempos y procedimientos adecuados para el trabajo conjunto,
la toma de decisiones,
la solución de problemas;
la buena comunicación e implicación del colectivo pedagógico, de los padres, del personal de apoyo;
el esclarecimiento de funciones y responsabilidades; el liderazgo constante y centrado en la enseñanza.
La importancia radica en considerar que el éxito del apoyo educativo va a depender en términos generales de la capacidad de los especialistas y docentes para propiciar o fomentar que el centro funcione bien como una organización dedicada al aprendizaje de los alumnos.
La
eficacia relacionada al apoyo educativo, viene determinada en primer término,
por el éxito de las metas y objetivos del centro escolar, dado por las
relaciones positivas con la enseñanza de los docentes y el aprendizaje de los
alumnos.
La institución educativa, en términos de organización y gestión escolar,
contribuye al logro de los aprendizajes en sus escolares, con necesidades
educativas especiales o no.
La intervención debe tener las siguientes
particularidades:
ü Carácter
desarrollador.
ü Carácter
correctivo-compensatorio.
ü Carácter
integrador.
ü Carácter
preventivo.
Esta perspectiva contempla la superación constante por parte de los especialistas. No nos podemos enmarcar a una sola dimensión del problema del alumno, sino ser capaces de visualizar las implicaciones que tienen estas necesidades ya no sólo en el ámbito educativo, sino también desde el punto de vista del desarrollo de la personalidad de este menor; no podemos deslindar una cosa de la otra, ese alumno no es sólo nuestra responsabilidad desde lo académico, sino también de forma integral, como ser social.
En fin…
Es mucho lo que se debe tratar en torno a la intervención, pero nos
queda la posibilidad de ir abordando elementos de ella en otras presentaciones.
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